Es
innegable la importancia del legado andalusí en la península y en
todo occidente en general.
Nuestro
alumnado estudia la historia de al Andalus en sus aspectos políticos,
sociales, económicos, culturales y artísticos. Lo hemos visto
también en la gastronomía y ahora completaremos nuestra información
en el léxico. Son casi 3000 los vocablos que el castellano debe al
árabe, y se refieren a todos los ámbitos.
Con
respecto a la gastronomía la aportación de la lengua árabe es
indudable no sólo por los alimentos y cultivos que llegaron a
nuestras tierras con los nuevos pobladores sino en como el idioma
árabe rebautizó algunos productos enriqueciendo el naciente
castellano. Así junto a cultivos recién llegados como el arroz,
vemos como algunos alimentos cambiaron su denominación, así, el
sésamo se convirtió en ajonjolí, la panocha en mazorca, el
membrillo en zamboa, la judía en alubia, la oliva en aceituna y el
oleum latino será ya para siempre aceite.
Ahora
proponemos a nuestros alumnos y alumnas una actividad que enlaza la
gastronomía y la etimología.
Se
trata de una sopa de letras con términos castellanos que proceden
del árabe y que hacen referencia a comidas, productos de la huerta,
plantas etc y que nos ayudan a entender lo valioso del legado
andalusí.
Pero
también aparecen flores; por que sí, también algunas flores pueden
ser comestibles.
La
alta cocina actual, con sus estéticas y fragantes innovaciones no
puede desconocer que la aportación floral ya se daba en oriente
desde Japón y China hasta el Islam.
En
nuestra sopa de letras aparecen flores, algunas son comestibles,
otras no, nuestros alumnos podrán clasificarlas e identificar cuales
pueden ser un placer para los sentidos y cuales pueden ser letales.
Finalmente
entre todas nuestras palabras se coló una que por su forma puede
parecer árabe pero es genuina y auténticamente latina, ¿Cuál
será?
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