domingo, 2 de marzo de 2014

Una escena de cocina.


          En la pintura española del siglo XVII, no faltan nombres de reconocidos artistas que realizaron obras básicamente realistas, predominando los temas religiosos, retratos y bodegones (estos últimos considerados en ese momento como un arte menor). José de Ribera, Francisco Ribalta, Francisco de Zurbarán, Alonso Cano, Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Herrera, Juan de Valdés Leal, Antonio de Pereda y entre otros, como no, el máximo representante de la pintura barroca española Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599, Sevilla, España – 1660, Madrid, España).
Velázquez realizó una serie de lienzos que lo consolidan como pintor universal (“Las Meninas”, “Las Hilanderas”...); sin embargo nos vamos a centrar en uno de sus bodegones “Vieja friendo huevos”, escena que pinta un joven Velázquez, a los 19 años, en su etapa sevillana.

Vieja friendo huevos. Oleo sobre lienzo National Gallery, Edimburgo

En primer plano, una anciana sentada fríe huevos en un anafe. (Existe la teoría de que los huevos no se estén friendo sino que se trate de huevos escalfados). En su mano derecha sostiene una cuchara de palo y en la izquierda un huevo, que se dispone a cascar en el borde del recipiente. Su mirada se dirige hacia un muchacho que porta un frasco de vino y un gran melón de invierno. 
 
Velázquez elige los huevos, el melón y el vino como elementos culinarios principales, aunque también podemos ver sobre una mesa, la imagen de una cebolla y un par de guindillas o pimientos secos. Productos, todos ellos, frecuentes en esta época. 
 
Detalle del anafe
Los huevos eran muy consumidos, y  recomendados sobre todo para niños y  enfermos. De ello, existe constancia en libros de cocina del momento. Hernández Maceras publica “Libro de Arte de Cocina” donde cita hasta ochenta y una receta en la que aparecen los huevos. Francisco Martínez Montijo (cocinero de Felipe IV) escribe unos años más tarde “Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería” y dedica un subcapítulo a “Algunas maneras de huevos” donde menciona varias formas de cocinarlos: huevos hilados, mexidos, revueltos, arrellados, dulces, en puchero, sopa de huevos escalfados...
Por otro lado, el melón junto a la uva eran las frutas frescas más frecuentes, y el vino la bebida más ordinaria. No solo era considerado una bebida, sino también un alimento y reconstituyente, así lo reflejó Juan de Sorapan en su libro “Medicina Española en proverbios” (1616). El vino más común era el tinto, joven y de baja calidad. También existían los vinos aromatizados (hipocrás), que tomaban sobre todo las mujeres.
Detalle de las guindillas
La cebolla junto con los ajos eran utilizados, incluso en exceso, por las clases más populares para realzar el sabor de sus comidas que eran poco variadas, y en cuanto a los guindillas o pimientos secos eran fáciles de conservar.
Además de estos elementos culinarios, Velázquez nos muestra todo un repertorio de utensilios: platos, vasijas, cubiertos, cacerolas, morteros, jarras e incluso el cesto de la compra con el trapito que se usaba para taparla. 

Detalle del cesto y trapo
Detalle de brillos
El artista pone un especial cuidado en su representación, así podemos apreciar el brillo del cristal del frasco que sostiene el joven. El brillo del metal en el almirez o la sombra que proyecta el cuchillo apoyado en un cuenco. 

Detalle de pequeño bodegón sobre la mesa



Tanto personajes como objetos, son representados con un gran realismo, llamando la atención su inmovilidad como si fueran sorprendidos por el objetivo de una cámara fotográfica. Parece ser que Velázquez toma los modelos del natural, la anciana, un personaje humilde pero solemne que va vestida según la tradición, con velo, podría ser su suegra y el muchacho, probablemente fuese un aprendiz que tenía el artista.


Detalle del rostro del joven
Detalle del rostro de la vieja




Velázquez logra captar la representación del relieve y las calidades de los objetos y personajes mediante una técnica de pasta densa, espesa y modeladora, con un dibujo detallado y concluyendo formas con exactitud, tan real que podríamos incluso apreciar la huella del alfarero que ha realizado los objetos cerámicos. 
Utiliza tonos ocres, terrosos, amarillos oscuros y rojos cálidos y una luz directa con fuertes contrastes que ilumina una parte del cuadro y deja oscurecido el resto; una iluminación claramente tenebrista influencia de Ribera (conocedor directo de Caravaggio). Tanto luz como color participa en la composición excelente de la obra, una composición oval donde destaca los diferentes puntos de luz ( el cesto con el trapo que hay colgado, la cabeza del joven, sus manos con el melón y la botella, la cazuela con el anafe, la mano derecha de la anciana, el caldero de cobre, la cabeza de la vieja con el velo, la blancura del huevo de su mano izquierda,...).
Pero los bodegones velázqueños van mas allá de lo que el sentido de la vista pueda percibir. Ese reflejo de la realidad tan cercana y clara, esconde un gran número de enigmas, siendo varias las lecturas e interpretaciones que se hacen de su obra. No se trata de una simple escena de cocina que muestra objetos y personajes, sino que estos son usados para narrar una historia con intención alegórica o moralizante.
La intención de Velázquez en esta obra no está clara.
Hay quien afirma que se podría tratar de una obra de carácter moralizante sobre el matrimonio; por varias razones.
En primer lugar la obra fue realizada con anterioridad al matrimonio del artista (pudiéndose tratar de un regalo para la familia de la novia que era hija de Pacheco, maestro de Velázquez). En segundo lugar, aparecen una serie de elementos como el huevo y el melón, que en la época, se relacionaban con el matrimonio en el refranero popular.
Otra de las interpretaciones que se hacen de la obra es que se podría tratar de una alusión a la juventud y a la vejez. La vieja representa la experiencia y el joven la inocencia.
Y por último hay opiniones de que con este lienzo, el artista hace una alegoría al sentido del gusto (hay que tener en cuenta que la representación de frutas en este momento eran asociadas a los sentidos, aunque también a los vicios y virtudes).
Para concluir, podemos decir que tanto  en la obra "Vieja friendo huevos” como en los demás bodegones realizados por  Vélazquez  en su etapa sevillana, son una serie de obras hechas no solo para ser contempladas , sino para ser leídas por el que las mira, para ser interpretadas e incluso para participar de ellas y a eso es a lo que os invito, a que participéis de los siguientes bodegones velázqueños, mirando no solo lo que los ojos muestran.
El almuerzo” o “Tres hombres a la mesa”. Museo del Hermitage, San Petersburgo.



Almuerzo de campesinos” . Museo de Bellas Artes, Budapest.



Los tres músicos”. Gemäldegalerie, Berlín.



La Mulata también conocida como La Cena de Emaús o La Sirvienta. National Gallery, Dublín.



Cristo en casa de Marta y María. National Gallery, Londres.



El aguador de Sevilla. Wellington Museum, Londres.


Dos jóvenes a la mesa. Wellington Museum, Londres.



Dulce Sánchez
Dto de Dibujo
IES Alfonso XI
Alcalá la Real (Jaén)


1-¿Qué fruta aparece en la obra conocida como “La vieja friendo huevos” de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez?
a- Uvas.
b- Melón.
c- Sandía.
d- Manzanas.

2- Velázquez es un pintor que pertenece al siglo …
a- XX
b- XV
c- XVII
d- XIX

3- La forma de iluminar que utiliza Velázquez en su obra “La vieja friendo huevos” se denomina...
a- Mágica.
b- Contraluz.
c- Tenebrista.
d- Realista.

4- La obra “La vieja friendo huevos” es realizada por Velázquez en su etapa...
a- sevillana
b- madrileña
c- desconocida
d- de viajes a Italia

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