Primer mandamiento
Haz a los demás lo que no desearías que te hiciesen a ti.
Puesto que, si actuases de otro modo, podría darse el caso de que
todos llegasen a ser iguales, desapareciendo así la jerarquía y con
ella el conocimiento de las apariencias.
Segundo mandamiento
No digas nunca lo que piensas, pues ello sería vanidad.
Ya que de ser así pretenderías afirmar que el conocimiento
corresponde a la esencia y no a la apariencia.
Tercer mandamiento
Utiliza a los demás como medios para el logro de tus fines.
Ya que, al no poder conocerse más que las apariencias, si supusieses
que los demás también pueden pretender lograr un fin tan legítimo
como el tuyo, pretenderías estar conociendo su verdadera naturaleza,
lo que es imposible, además de vano.
Cuarto mandamiento
Acepta lo que pueda perjudicarte en un momento si puedes
convertirlo en beneficio tuyo en el futuro. Es decir, sométete a la
autoridad cuando veas que te conviene.
Quinto mandamiento
Haz sufrir a los demás en el futuro el sufrimiento que tu has
tenido en el pasado. Pues así actuarás en su propio beneficio,
poniéndolos en el verdadero camino de la búsqueda de las
apariencias, el reconocimiento y la autoridad.
Sexto mandamiento
No desprecies los bienes conseguidos a costa de los
ignorantes, ya que así contribuyes a su propio beneficio. En
efecto, como no puede haber un bien malo, ya que ello sería una
contradicción en los términos, el desprecio de algún bien es en sí
mismo perverso. Y dado que los ignorantes nunca pueden conocer su
uso, utilizándolos, tú contribuirás a hacerlos partícipes del recto
orden de la creación.
Séptimo mandamiento
Piensa siempre que cualquier medio es bueno para lograr un
fin, si ese fin es el tuyo en el desarrollo de tu curriculum vitae.
Ello será así si ese curriculum sigue su natural camino de
búsqueda de las apariencias e incremento de tu autoridad y tus
riquezas.
Octavo mandamiento
Dedica toda tu inteligencia al cálculo y estudio de las
apariencias de la vida claustral, pues es de tu integración en ella
de donde derivará toda tu sabiduría.
Noveno mandamiento
No cumplas nunca tus promesas ni respetes la palabra dada,
pues si así lo hicieses incurrirías en el pecado de vanidad.
Lógicamente, al considerar que esas promesas eran verdaderas y algo
más que una mera apariencia.
Décimo mandamiento
Considera siempre que solo tú y tus intereses son lo más
importante para el bien de la comunidad y subordina a ello todos tus
pensamientos, intenciones y acciones.
El sueño de Teódulo
(…)
De este modo Teódulo se hizo dueño de
su universidad y llegó a ser famoso por su sabiduría, su
riqueza y su prestigio, pues gracias a sus conocimientos de las
leyes, al soborno continuado de jueces y magistrados, a la
colaboración de la Inquisición, y de todos aquellos que ejercen las
profesiones sobre las que se ha de asentar el buen orden social,
llegó a gobernar a toda su ciudad de modo tan sabio que,
persiguiendo siempre y ante todo sus intereses, hizo florecer el bien
común en el mismo momento en el que el Imperio Español estaba
comenzando a derrumbarse.
EL SUEÑO DE TEÓDULO. ¡PÍNCHALO!
Rafi López
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